Pues todo esto empezó allá por el 2008 o 2009 y de casualidad, como no podía ser de otra forma, cuando al diseñador y creativo publicitario Ramón Buzón se le ocurrió dejar grabada una nota de voz en su móvil mientras dormía. Esto provocó dos cosas: la primera fue la inmediata y lamentable interrupción del sueño, y la segunda, bueno, los innumerables intentos por descifrar desde la mañana siguiente aquellas incomprensibles palabras que aún hoy se empeñan en mantener su misterio… El caso es que fue por aquel entonces cuando todas estas monteras y monterines empezaron a caminar…